La legitimación está funcionando como una especie de filtro para que se mantengan única y exclusivamente aquellos CCT que efectivamente sean conocidos y aceptados por las personas trabajadoras, lo que podría acercarnos a una vida sindical transparente y auténtica.
La cuenta regresiva para terminar con el proceso de legitimación de los Contratos Colectivos de Trabajo (CCT) en México está más presente que nunca en el imaginario laboral. Menos de 70 días para culminar con un proceso que fue exigido por nuestros socios comerciales como parte de los compromisos internacionales adquiridos en el marco del T-MEC.
En día pasados apareció un falso debate sobre la posibilidad de extender el plazo para dichas legitimaciones, confundiéndolo con el desahogo de las consultas. Lo cierto es que resultaría severamente complicado extender el plazo para legitimar. Para siquiera poder contemplar esa posibilidad, habría que modificar el artículo Décimo Primero Transitorio de la reforma del año 2019 a la Ley Federal del Trabajo y eso, solamente lo puede realizar el Poder Legislativo.
Una vez enterrada esa discusión, me parece que cabe plantearnos ciertos cuestionamientos. ¿Cuál es la importancia para nuestro país de culminar con este proceso? ¿Qué nos dicen los números tan bajos de Contratos Colectivos de Trabajo exitosamente legitimados? ¿Por qué debe interesarle a ciudadanos y ciudadanas este proceso que pareciera reservado para quienes nos encontramos en la trinchera laboral?
El sindicalismo mexicano se encuentra lejos de ser uno ejemplar. Naturalmente, esto no es responsabilidad exclusiva de los sindicatos. Esto incluye a prácticamente a todos quienes en algún momento hemos participado de la vida laboral de nuestro país. Nuestro sindicalismo fue pervertido desde mucho tiempo atrás. Fue simulado y controlado con la falacia de mantener la ansiada “paz laboral”; fue llevado al extremo para extorsionar empresas y obtener lucros indebidos; se encargó de aniquilar los mecanismos democráticos al interior de las organizaciones, entre muchísimas otras situaciones. Pero, tal vez, lo más grave de todo fue la incapacidad legislativa y política para cimbrar la vida sindical y cambiarla por completo.
Lo cierto es que hoy en día nos encontramos ante el mayor reto de democracia sindical que ha tenido nuestro país durante los últimos 100 años. El reto sindical de convencer a las personas trabajadoras de apoyar un proyecto, de apoyar el contenido de un CCT. Claro está que no ha sido sencillo para los sindicatos. Convencer a una persona trabajadora de “donarle” al sindicato parte de su sueldo a través de la figura de la cuota sindical, con la promesa de que aquel sindicato velará por sus mejores intereses, pareciera mucho más cercano a un acto de fe que a cualquier situación jurídica.
Basta revisar los números que ha compartido el Centro Federal de Conciliación y Registro Laboral para confirmar que serán muy pocos los CCT que libren exitosamente este proceso. Y debo decir que no es ninguna sorpresa. Si partimos de la base que un exagerado porcentaje de CCT eran inactivos, podemos entender muy bien el porqué de dichas estadísticas.
La legitimación está funcionando como una especie de filtro para que se mantengan única y exclusivamente aquellos Contratos Colectivos de Trabajo que efectivamente sean conocidos y aceptados por las personas trabajadoras. Soy de quienes piensan que se trata de una fantástica noticia que nos acerca a una vida sindical transparente y auténtica.
Respondiendo puntualmente las preguntas que me permití plantear al inicio de esta columna, a nuestro país debe interesarle, y mucho, este tema. Las razones son muchas, pero tal vez la más importante es que se trata de un paso fundamental para transitar hacia mejores condiciones laborales para las personas trabajadoras y hacia un mejor diálogo social con las personas empleadoras. Auténticas revisiones salariales y de condiciones, terminar con las extorsiones hacia el empresariado mexicano y que sobrevivan única y exclusivamente aquellos sindicatos dispuestos a trabajar en el mejor de los sentidos.
No podemos aspirar a tener mejores salarios, si no contamos con sindicatos profesionales, libres y capacitados. La legitimación de los Contratos Colectivos de Trabajo representa la misma noticia negativa tanto para los sindicatos inactivos –también llamados “blancos”– como para los sindicatos delincuenciales y extorsionadores. Ambos tienen los días contados.
Ésa es en gran medida la razón que explica los números tan bajos de CCT debidamente legitimados. Los sindicatos que están logrando legitimar dichos contratos son aquellos que habían realizado algún tipo de labor con la base trabajadora.
Llama la atención que al inicio de este proceso, en el año 2019, eran muchos los sindicatos que querían legitimar y en cierta medida incluso forzar dicha legitimación. Con el paso de los años, los sindicatos han tomado una actitud mucho más conservadora y especulativa. Pareciera que no quieren arriesgarse a perder una votación que afecte su credibilidad y pareciera también que muchos están apostando a la vida después del 1 de mayo de 2023. Es decir, que se termine el Contrato Colectivo de Trabajo –cabe recordar que incluso con la terminación de un CCT se mantienen los derechos adquiridos de las personas trabajadoras– y empezar desde cero la recuperación por dicho contrato, en el mejor de los casos.
En conclusión, estamos ante la presencia de una situación de interés nacional. La legitimación de los Contratos Colectivos de Trabajo representa uno de los pasos más importantes hacia un crecimiento salarial digno, pero, sobre todo, sostenido y racional. Atrás quedarán los años en donde nuestro país era atractivo para la inversión por las razones equivocadas. Esos años en donde México era un ‘buen lugar para invertir’ por los bajos salarios y por lo manipulada de la negociación colectiva.
Ahora, deberemos ser vocales en comunicar que México es un buen lugar para invertir por la calidad de nuestra mano de obra, pero también porque los sindicatos que tenemos verdaderamente trabajan, conocen a sus agremiados y porque las empresas podrán tener la tranquilidad que habrán terminado –ojalá– las épocas en donde sin haber iniciado operaciones ya tenían su primer emplazamiento a huelga.
Tiempos emocionantes y de muchos cambios para el Derecho Mexicano del Trabajo.